“En ISA nos gusta hablar de que la sostenibilidad para nosotros es una forma de actuar”. Esa fue la primera respuesta en la conversación con María Adelaida Correa Ruiz, la economista de Eafit responsable de Sostenibilidad en Grupo ISA, empresa de propiedad mixta, pero controlada por el Estado, y cuyo objeto es el desarrollo y gestión de infraestructura en los negocios de energía eléctrica, concesiones viales y telecomunicaciones.
Ella hace énfasis en que en ISA el interés por la sostenibilidad trasciende la triada de lo económico, social y ambiental: la organización tiene claro que en el centro debe estar el ser humano y que es primordial el ambiente ético y de transparencia en todas las actuaciones, explicó nuestra invitada para esta serie de diálogos con líderes y responsables de orientar a las organizaciones por el sendero del desarrollo sostenible.
En ISA, esa concepción ampliada de la sostenibilidad tiene su razón de ser: fue fruto de las reflexiones motivadas al completar los 50 años en 2017, cuando la organización que tiene operaciones en seis países concretó la declaración de un propósito superior, sintetizado en la frase “conexiones que inspiran”, expresado a través de 10 máximas y encaminado a que “el bienestar de nosotros es el bienestar de los demás”. (Ver campaña)
Por su experiencia y sensibilidad, María Adelaida Correa enuncia un primer mensaje que ha de servir para diversas organizaciones: en sus palabras, “las empresas tenemos que trascender”. Eso significa que no se deben limitar a cumplir con lo obligatorio o lo que está expresado en los contratos, sino ir más allá, no obstante los esfuerzos y costos adicionales que ello implique. “Hoy en día es una obligación la concepción de ciudadano corporativo, que se hace cargo de las realidades de nuestra sociedad”, añade la directora de Sostenibilidad de ISA.
Ejemplo de ello, hace notar, es que ninguna empresa u organización tenía entre sus riesgos cercanos la atención de una pandemia. Pero les correspondió ponerse el overol y decidir de qué manera colaborar con la sociedad y, en el caso de ISA, con las sociedades donde tiene operaciones. Y el esfuerzo de diversa índole, vale recordar, en lo financiero implicó la inversión de US$4.5 millones en cinco países (Chile, Perú, Bolivia, Brasil y Colombia).
Los componentes
En el Grupo ISA, que está conformado por 51 empresas en los distintos negocios y geografías, la matriz de sostenibilidad empieza en el eje institucional, donde confluyen y se consolidan los elementos del reporte integrado, la herramienta que apunta a satisfacer las necesidades de información para los distintos grupos de interés, desde accionistas e inversionistas hasta colaboradores, proveedores, clientes, comunidades y Estados.
Según María Adelaida Correa, el otro ingrediente es la participación en índices y diferentes rankings: por ejemplo, hace seis años ISA está en el Dow Jones Sustainability Index -DJSI-, un referente global sobre las empresas listadas en bolsa que tienen el mejor desempeño en sostenibilidad. En 2020 fue reconocida en ese índice como una de las 10 mejores de todo el mundo en la industria de servicios públicos de energía.
Lo importante de los rankings, subraya María Adelaida Correa, no es obtener medallas; es todo lo que está detrás: eso da cuenta de unas prácticas de excelencia, tendientes a disminuir nuestras emisiones, a cuidar la biodiversidad, a trabajar de la mano con las comunidades, a adoptar y hacer cumplir principios de gobierno corporativo.
Otro componente de la matriz de sostenibilidad del Grupo ISA son las alianzas. Desde 2005, por ejemplo, la compañía adhirió al Pacto Global, el instrumento promovido por la Organización de las Naciones Unidas -ONU- para que instituciones públicas y privadas adopten prácticas alineadas con 10 principios referentes a Derechos Humanos, Estándares Laborales, Medio Ambiente y Lucha contra la Corrupción, así como a la contribución al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible -ODS-.
Uno de los elementos relevantes de la gestión de sostenibilidad en ISA es la medición de impacto, un avance sobre el cual María Adelaida Correa explica que apunta a dar un paso más allá del logro y del reporte de resultados: “Es determinar cómo está impactando eso a la sociedad, cuál es el efecto”, precisa; y agrega que desde 2020 la compañía también empezó a medir las externalidades para determinar el impacto en la sociedad, ejercicio que en Colombia -reconoció- lo hace Grupo Argos y nos está sirviendo como referente.
La gestión ambiental
La prioridad en este particular tiene dos componentes: María Adelaida Correa precisa que la primera es ecoeficiencia y tiene que ver con, entre otras tareas, optimizar los consumos de agua y energía, hacer un adecuado manejo de residuos, así como la adopción de herramientas como el teletrabajo (desde antes de la pandemia) ya que contribuye a la reducción de emisiones; pero también la movilidad sostenible ayuda a la ecoeficiencia y en el negocio de transporte de energía la compañía hace el monitoreo de las fugas del gas llamado SF6, que es altamente contaminante, sin sustitutos para equipos de alta tensión y difícil de detectar. “Las empresas tenemos que partir por medir, por establecer cuál es nuestra huella”, enfatiza, para insistir en la importancia de definir jerárquicamente cómo debe ser el ejercicio de la mitigación: qué reducir, qué evitar, qué reemplazar. Y la última instancia es la compensación, que en el caso de ISA es a través de la compra de bonos de carbono, lo que ha hecho aprovechando tanto su programa Conexión Jaguar como otros de tipo forestal liderados por otras organizaciones.
Y el segundo campo entre lo prioritario es el cambio climático y la biodiversidad. Al respecto, la directora de Sostenibilidad de ISA sostiene que el trabajo tiene componentes obligatorios, pero también netamente voluntarios: por ejemplo, precisamente el programa Conexión Jaguar, que inició hace cuatro años, y con el cual busca contribuir a la mitigación del cambio climático a través de la emisión de bonos de carbono, pero que en su esencia primordial apunta a la conservación de la biodiversidad, la protección de los corredores del Jaguar en Latinoamérica, así como de los servicios ecosistémicos; pero también, a la sensibilización y concienciación respecto a la protección del medio ambiente. (Ver nota)
El trabajo social
Las alianzas han sido una herramienta usada por ISA y sus empresas para consolidar la relación con las comunidades en los territorios donde desarrolla sus negocios; como también el instrumento legal conocido como “Obras por impuestos” y además los programas “conexiones para el desarrollo”, lanzados este año pero con una experiencia de 15 años particularmente apuntando a mejorar la calidad educativa rural. Sobre el resultado de ese recorrido, María Adelaida Correa destaca que, en promedio, la mejora en los planteles educativos impactados ha sido del 15% (ver recuadro Logros de “Conexiones para el desarrollo”). Desde este año, el trabajo continuará de la mano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo -PNUD- y la vocación es el desarrollo territorial: “es una educación con propósito, una educación con pertinencia”, subraya, para indicar que la finalidad es entregar herramientas y capacidades en los territorios para que luego se vean reflejadas en la mejora de las condiciones socio económicas.
Según lo destaca María Adelaida Correa, el examen que se le hizo a ese programa en el año 2018 para identificar el impacto real en los territorios permitió establecer, por ejemplo, que contribuyó a la construcción de tejido social y al empoderamiento de las comunidades de su propio desarrollo; como también a la construcción de confianza en lugares donde los conflictos y la violencia la habían minado.
Desafíos para la sostenibilidad
El primero y más importante es el cambio climático que, recuerda nuestra invitada, constituye un reto para todos (personas y empresas). Pero para ISA, señala, lo es más porque quiere ser actor relevante y por ello tiene todo un paquete de programas y proyectos encaminados hacia ello. Y al respecto, explica, ISA se propone vincular a otros actores, por ejemplo a través de Conexión Jaguar. “Este no es un programa que quiera generar rentabilidades, es autosostenible y apunta a ayudar a la conservación”, aclara; y hace la invitación para que toda empresa interesada y dispuesta a aportar recursos se una a la iniciativa, ya que expandirla es otro reto para poder consolidarla.
Por el lado de las operaciones, uno de los retos significativos también es la adaptación al cambio climático. Esto por razones como que hay infraestructura de transmisión de energía construida hace más de 15 años, con especificaciones de viento y de condiciones de lluvias muy distintas. Por ello, reconociendo que los riesgos son cambiantes porque las condiciones varían y cada vez son más diferentes, la compañía debe dar los pasos, previendo la mayor frecuencia y severidad de las lluvias, de los huracanes y de otros fenómenos.
Un tercer desafío corresponde a la construcción de confianza con las comunidades de las áreas de influencia de las operaciones. “Así tenga una sola comunidad, tengo que trabajar con ella de la mano, entender sus necesidades, sus preocupaciones; y entender que cada vez es más activa y visible en las redes sociales y en los medios”, hace notar María Adelaida Correa Ruiz, para quien construir confianza es un imperativo cada vez más porque en la misma medida las organizaciones están expuestas al cuestionamiento de la sociedad.
Y el cuarto reto significativo es responder adecuadamente a las exigencias ambientales de los inversionistas. “Cada vez más nos están exigiendo y preguntando cuáles son las prácticas que como empresa lo están llevando a ser carbono neto cero -antes carbono neutral-”, comenta; y recuerda que específicamente en el sector de energía -que es el negocio principal de ISA- se está dando la transición hacia las energías renovables y le corresponde a ISA conectarlas al sistema, con todo lo que ello implica, teniendo presente además que emergen la generación distribuida y los prosumidores (consumidor generador). Y desde luego, en los negocios de concesiones viales y telecomunicaciones también hay desafíos. Solo por citar uno, la educación vial es cada vez más necesaria, que compromete a diversos actores alrededor de la seguridad en las carreteras.
Enseñanzas para compartir
Fruto de lo que ha sido el desafiante período de la pandemia, María Adelaida Correa Ruiz considera que ha quedado como lección y aprendizaje ratificado que hay que volver al valor del ser humano, que debe estar en el centro. Y precisa: ese ser humano empleado, ese ser humano proveedor, el funcionario público. Segundo, las alianzas, porque los resultados se potencian con las alianzas; cuando sumamos capacidades de unos y de otros logramos cosas mucho más potentes. “En esto nosotros estamos mucho más abiertos, por ejemplo en el trabajo de innovación, vinculando la academia, organismos de gobierno”. Tercero, asumir el rol de ciudadano corporativo y dar la milla extra a la sociedad: “nosotros vivimos en sociedades muy desiguales en Latinoamérica y tenemos la obligación de ser actores mucho más relevantes y más activos en el desarrollo de nuestras sociedades”, concluye.
La inversión social de ISA en 2020 rondó los $33.000 millones y el 95% benefició a población de áreas rurales, el 90% en condición de vulnerabilidad.
En gestión ambiental, el año pasado ISA movió $55.029 millones, según su reporte anual.
Por: Duglas Balbín