Por: Duglas Balbín
Adriana Velásquez, la invitada en esta ocasión, se siente privilegiada y con una gran responsabilidad por ser líder de sostenibilidad en Alquería, la compañía de productos lácteos creada en 1959.
“Más que una inversión, esto lo que requiere es una decisión gerencial: de Junta Directiva, de la presidencia y la gerencia general”. En esos términos, Adriana Velásquez describe el grado de compromiso que demanda el desarrollo sostenible para una compañía. Y precisa: “porque los recursos no son solamente económicos; hay que poner profesionales pensando en esto y cada una de las personas de la organización debe entender que tiene un rol en función de la sostenibilidad”.
Y lo expresa con la convicción de quien ha liderado en el último año la consolidación de esa área en la compañía cundinamarquesa. Prueba de lo que significa ese empeño en Alquería es que, de los tres comités conformados al interior de la Junta Directiva, uno es precisamente de Sostenibilidad.
El testimonio de Adriana Velásquez, gerente de Sostenibilidad y Asuntos Regulatorios, tiene otra dimensión sobre el deber histórico de Alquería, ya que considera que desde su nacimiento la empresa ha estado alineada con principios relativos a responsabilidad social y sostenibilidad.
Velásquez, que es ingeniera de alimentos y hace siete años está vinculada a la compañía, explica que, desde el comienzo, puntualmente, ha existido el compromiso con la nutrición y con la educación. Pero en 2020, tras un ejercicio de mapeo a las necesidades y expectativas de los grupos de interés, como también a la evolución deseada para la organización en las siguientes décadas, el equipo de dirección determinó consolidar esa gerencia.
Los estándares
En el segundo semestre, Alquería se alineará bajo el estándar de “empresa B”, un tipo de sociedad que redefine y consolida su propósito con el fin de dar respuestas a las necesidades tanto de sus dueños como de la sociedad y el medio ambiente. En concordancia con eso, la gerente de Sostenibilidad y Asuntos Regulatorios explica que “para nosotros lo único importante no es la orientación a generar Ebitda -lo cual no está mal porque con ello generamos empleo y ayudamos al desarrollo del país y al progreso de los ganaderos-; para nosotros es igualmente importante ayudar a solucionar los problemas sociales y ambientales que tiene el país y sobre todo en el sector que operamos”.
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A lo anterior, estrechamente ligado con el concepto de “capitalismo consciente”, Adriana Velásquez agrega que la procesadora se enmarca asimismo entre las orientadas a la gestión de la “triple cuenta”, es decir, las comprometidas con rendir cuentas financieras, sociales y ambientales. Y el otro estándar se refiere a la conexión con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ver Alquería y los ODS).
Los ejes de la estrategia
Son cinco los componentes que Alquería definió en su estrategia de sostenibilidad: nutrición, cambio climático, economía circular, ganadería sostenible y educación. Los que implican una serie de compromisos que de manera voluntaria asumió, tras identificar las ´brechas país´ que quiere ayudar a solucionar.
En nutrición, el propósito es tener un portafolio de alimentos balanceado; ello para que los consumidores dispongan de opciones saludables para los diversos momentos de consumo del día. Ese compromiso también se materializa mediante el apoyo constante a todos los bancos de alimentos del país y a través de esas entidades a miles de niños. Y un tercer elemento en nutrición es ser una fuente de información confiable para los consumidores, con soportes y bases científicas, ante el riesgo que implica para ellos la cantidad de desinformación que en general existe en el mundo alrededor de la alimentación.
En economía circular, Alquería apunta a la búsqueda de soluciones en relación con sus empaques. Adriana Velásquez reconoce que al tratarse de una compañía que pone plástico en el mercado, hace esfuerzos en investigación y desarrollo con la filial Envases Plásticos de la Sabana, que lleva alrededor de una década buscando ofrecer una bolsa con menos plástico, sin poner en riesgo la calidad del producto. “Hoy podemos decir que tenemos 18% menos plástico que el mercado”, destaca la ingeniera Velásquez, a la vez que alude al otro propósito: cerrar el ciclo.
Por eso Alquería tiene convenio con la Asociación Nacional de Recicladores y hace parte del programa de responsabilidad extendida al productor de la ANDI. “Tenemos una meta: ser plástico neutro; recoger la misma cantidad de plástico que anualmente ponemos en el mercado y darle un segundo uso”, resalta también, pero precisa que la fecha está en redefinición por lo complejo que resulta el cierre del ciclo para cualquier producto.
Aunque todas las metas están planteadas para el año 2025. De momento, la eficacia del programa está cimentada en los esfuerzos de Ecodiseño, apuntando a que los empaques cada vez tengan un más alto índice de reciclabilidad; y por poner menor cantidad de empaques en el mercado, así como cerrar el ciclo.
En el eje de cambio climático, precisamente otra meta para 2025 es que Alquería sea carbono positivo. “Es nuestra mayor meta y nuestro mayor reto; es con lo que nos comprometimos en 2019 para el año 2030; pero con todo lo que está pasando en el mundo -la crisis social, económica y ambiental- nos damos cuenta que las iniciativas empresariales no dan espera; por eso nuestro coordinador de sueños, Carlos Enrique Cavelier, nos ha puesto el reto de buscar y encontrar cómo ser una compañía carbono positivo al 2025. Es nuestra principal aspiración”.
En ganadería sostenible, trabaja en dos frentes: con un proyecto denominado “Vaca madrina” tiene un propósito socio económico y es aumentar la productividad de los productores ganaderos, con el consecuente incremento de los ingresos, lo que a muchos les permitirá superar la línea de pobreza. Y, por otro lado, mitigar y reducir los efectos de la ganadería en el cambio climático, por medio de investigación y desarrollo, para lo cual tiene aliados como la Universidad de La Sabana, el programa de la ONU para la Alimentación y la Agricultura -FAO-, el Fondo Acción, entre otros, con los que ejecuta el proyecto piloto de “Vaca madrina” en el sur del Cesar, con la aspiración de escalarlo y llevarlo a los demás departamentos donde Alquería tiene relación con productores de leche.
Y en el quinto ítem, el de educación, la estrategia se materializa a través de la Fundación Alquería Cavelier, creada hace 10 años con el propósito de promover el mejoramiento de la educación pública. La compañía ratifica así el convencimiento de que ese es el principal mecanismo de progreso. Adriana Velásquez precisa que la Fundación tiene foco geográfico en Cundinamarca, donde de un lado apoya la mejora de la calidad en los colegios públicos y, del otro, respalda a jóvenes con excelencia académica para que estudien en los mejores colegios y universidades del país.
Cómo involucra a grupos de interés
Una de las convicciones, sostiene la gerente de Sostenibilidad y Asuntos Regulatorios es la importancia de la relación con los grupos de interés. La organización tiene 22 grupos identificados y considera a ocho como prioritarios, entre esos tenderos, clientes, consumidores, ganaderos, proveedores y gremios, con los cuales tiene un eje de trabajo planeado, planteado y en acción, a partir de sus necesidades y de las oportunidades observadas. Por ejemplo, con los consumidores, con motivo del “Día mundial de la leche”, Alquería tiene activada una campaña durante junio: invita a que, con solo seguir una cuenta de Twitter (@VasosDeLeche), por cada seguidor dona cinco vasos de leche a los bancos de alimentos. De esa forma involucra al consumidor a una campaña de donación. Y con los proveedores, a raíz de las circunstancias complejas originadas en la pandemia, en 2020 determinó reducir los plazos de pago para aliviar la situación financiera de muchos.
Con el vecindario
Entendiendo y aceptando la importancia de las buenas relaciones con las comunidades vecinas a las operaciones, Alquería trabaja en tres frentes con esos grupos: el primero es tratando de generar impactos positivos a través del empleo, ya que la mayor parte de los colaboradores debe ser de las zonas donde están las plantas; el segundo frente es la mínima generación de impactos ambientales negativos; y el tercero, aporte a la educación para esas comunidades; la mayor parte en Cajicá, al norte de Bogotá, donde concentra el 70% de la producción.
Enfrentando el desafío ambiental
“Queremos reducir, más que compensar”. Eso deja claro Adriana Velásquez al referirse al principal reto ambiental. Si quisiéramos, podríamos ser carbono neutro este año, mediante compensación – agrega-; pero queremos hacerlo de manera correcta: reduciendo los consumos energéticos en la operación, reemplazando por energías renovables. Por eso el desafío es investigación, desarrollo y avance tecnológico. No obstante, ella reconoce que posiblemente al final del ejercicio con seguridad concluirán que hará falta compensar. Pero insiste en que el camino que desean recorrer en Alquería “es el de retarnos para hacer las cosas bien en la operación y llegar al menor consumo posible de energía, agua y demás recursos. Es un reto enorme, pero creemos que es el camino correcto”, concluye.
Eficiencia energética
Precisamente por ser la planta de Cajicá el centro de operaciones, es en esa factoría donde Alquería tiene en marcha un programa de ecoeficiencia en la búsqueda de alternativas para intervenir equipos y cambiar tecnología a una de menos consumo. Según lo explicado por la gerente de Sostenibilidad y Asuntos Regulatorios, en este momento la compañía está definiendo la matriz energética de las plantas para determinar las oportunidades en cuanto a tecnología y a transición energética. Indicó que está evaluando cinco alternativas energéticas.
Sobre “Vaca madrina”
Es un proyecto de ganadería sostenible, iniciado hace un año, con aspiraciones ambientales, sociales y económicas. El piloto cursa en el sur del Cesar, zona con características especiales: bosque seco tropical, del que apenas queda 8% en el país y por ello tiene sentido protegerlo. Además, se trata de un ecosistema estratégico porque la productividad de la ganadería es muy baja. Tiene financiamiento internacional y participación de la academia. Busca, en 10 años, involucrar a tres mil ganaderos y que, a través de trabajo de campo, se adopten prácticas de ganadería sostenible, con base en el modelo Green de la FAO. El mayor propósito es que ayude a cuadruplicar la producción de leche por cabeza de ganado. Y así, mitigar el impacto ambiental, mejorar el ingreso de los ganaderos y hacer más competitiva la región. Llevar “vaca madrina” a otras regiones y ayudar a cambiar el panorama de la ganadería, es el sueño de mediano y largo plazo.
La pandemia deja enseñanzas
Desde el punto de vista del desarrollo sostenible, Adriana Velásquez considera que la pandemia del Covid-19 nos ha confirmado que no estamos solos, que existe una relación de interdependencia en el mundo. Añade, específicamente, que los grupos de interés no son grupos accesorios; que esperan algo más que la venta de un producto; y, en ese sentido, que las empresas son motores de progreso, un sector llamado a tener una responsabilidad superior, más allá de generar riqueza y empleo: contribuir a la solución de los problemas sociales y ambientales que tiene el país. “Que tenemos que pensar de manera holística y actuar más rápido -continúa la ingeniera Velásquez-; que no todo puede ser para 2030 o 2050; que, aunque las metas sean grandes, hay que tener victorias tempranas, metas intermedias, porque el mundo no da espera; se necesita que el sector privado genere un liderazgo diferente”.